Pues sí, hoy como estoy original, voy a recomendaros leer el Quijote, si no lo habéis hecho de adultos. Resumen ejecutivo: leed la primera parte en la versión actualizada al castellano moderno, tiene tanta lecturas diferentes que es apta para todo el mundo. Dejadlo ahí y, cuando queráis ver a Sancho Panza gobernar la tan prometida ínsula de manera ejemplar (sí, eso pasa: gracias, Cervantes), id a por la segunda.
¿Por qué leerla? Sorprende comprobar que la inmensa mayoria de reseñas son en lenguas extranjeras, en webs o redes sociales tipo Goodreads. La explicación es muy simple: ell@s leyeron una versión en un lenguaje contemporáneo; y les ha parecido que está escrita hoy, es amena y divertida. Pero además, me veis hacer en la foto de presentación lo que todos los novelistas hemos hecho: copiar a Cervantes porque casi cada recurso que se usa en la novela de ficción está presente de una u otra manera en el Quijote. Leer esta novela es entrar en las entrañas más profundas de la literatura universal (toma ya!).
Nombrar el Quijote en España suele despertar reticencias. Y es que cuando recomiendas leer el Quijote, sueles recibir caras de pereza, aburrimiento o condescendencia. Esto se debe a tres motivos: nos han introducido la novela en una versión que no toca, a una edad que no toca y nos ha dicho que es una historia de 1200 páginas. Vayamos uno por uno.
Leer el Quijote tal y como lo escribió Cervantes no sólo es algo cansado por el vocabulario y las formas de expresión. Significa además perderse bastantes matices de la novela: el autor juega mucho con el hablar de don Quijote, haciendo ver a los lectores de su época que usa palabras arcaicas, formas medievales, sacadas de libros de caballerías. Estos matices desaparecen para casi cualquiera, al estar todo el texto en un lenguaje arcaico, y así muchos diálogos dejan de tener sentido. Ya no hablemos de los constantes refranes de Sancho Panza.
Así pues, lo mejor es aprovechar el grandísimo trabajo de Andrés Trapiello y leerlo como si lo hubieran escrito para nosotros -con los refranes también actualizados.
El Quijote es un prodigio de recursos literarios. Increíble que se escribiera a inicios el siglo XVII: jamás un elemento fundacional dotó de tantos recursos a aquello que estaba fundando, la novela moderna.
Así que pretender hacer del Quijote una lectura de instituto es pedirles a chavales de entre catorce y dieciséis años que muestren la comprensión lectora que no tienen muchos adultos de cuarenta. Si en su días os pareció la historia de un loco sin más, coged la versión de Trapiello y volved a sumergiros, porque acabaréis muy satisfechos. La lectura es muy rica:
Así que, si os descolgasteis de la lectura en su lenguaje original hace años, este es un buen momento para recuperarla. En la mejor versión posible, claro está.
El Quijote no es una novela. Son dos y muy diferentes entre ellas: es recomendable leerlas espaciadas en el tiempo -con alguna lectura intermedia. Las dos son obras universales por diferentes motivos que merecen ser leídas con detenimiento.
La primera novela moderna y seguramente la mejor ficción de la historia independientemente de su género, a menos que consideréis La Biblia una obra de ficción fantástica. Entonces hay competición, porque ahí también hay mucho nivel.
Es una novela arriesgada con mucho de experimental en su momento. Aquí la parodia de don Quijote, un ávido lector de novelas caballerescas que acaba por creerlas reales y decide salir a convertirse en caballero, es el hilo conductor de la trama. La figura de don Quijote es la de un hombre de una bondad ideal pero muy alejada de la realidad, por lo que sus intentos de hacer el bien acaban de manera imprevisible. Pero la novela es mucho más que una mordaz y alocada crítica literaria.
A través de la narración y de manera magistral, Cervantes alterna tronchantes episodios de demencia quijotesca con historias entrelazadas de personajes secundarios bien definidos psicológica y socialmente, que le sirven para cargar contra costumbres y estereotipos de la época. Incluye relatos dentro de los relatos y, de hecho, relatos consecutivos con múltiples puntos de vista que se complementan entre ello. Aunque la idea parece compleja, la trama resulta fácil de seguir, con un final excelente. Recomendable para todo el mundo, en la versión actualizada al castellano moderno.
Esta novela tiene un planteamiento muy diferente a la primera: aquí don Quijote es conocido por la primera obra, por lo que en muchos casos la aventuras pasan por ser «bromas» que le preparan a don Quijote gente que ya conoce sus primeras andadas. Refleja en muchos casos la mala intención de las personas de muchas formas diferentes a través de burlas y montajes múltiples, pero con cierta retranca: no siempre el burlador es el que sale mejor parado, ni el burlado el que se entristece o se toma a mal la burla.
Esta novela sigue siendo brillante y universal y tiene momentos altísimos, aunque hay un exceso de ansía de revancha por parte del escritor y quizás algún capítulo baja algo el nivel. Pero ver a Sancho de gobernador es uno de los momentos más altos de la historia de la literatura, en unos capítulos que puedes leer fácil en tono cómico y ligero… o puedes empezar a sacarle múltiples capas de mensajes, tanto a nivel de psicología de Sancho, como de las intenciones de los que le dan la ínsula y los resultados que obtienen. Y dar a entender que un campesino puede gobernar mejor que cualquiera de los nobles en el 1615 viene a ser una reivindicación de la democracia, ¿no? ¿O me estoy viniendo muy arriba?
Recuperando el tema del revanchismo, para entender ciertas manías de Cervantes esta obra, hay que añadir algo de contexto. Entre la primera novela y la segunda, no sólo recibe críticas puntillosas más fruto de las envidias palaciegas que de la calidad de la novela; sino que además se publica un Quijote apócrifo, firmado por Pedro de Avellaneda, figura sobre la cual a día de hoy sigue habiendo todo tipo de elucubraciones. Cervantes, con la piel bastante fina, dedica bastantes esfuerzos en esta segunda novela a justificar los fallos (y algún acierto que asume como fallo, angelico) de la primera y a desprestigiar la versión apócrifa. La revancha a estas dos afrentas siempre es elegante y se presenta de modo más o menos sutil, pero ciertamente hace presencia con demasiada frecuencia.
Esta segunda parte es una muy buena continuación, pero hacemos un flaco favor a Cervantes presentando un único tomo. En mi opinión, la mejor manera de disfrutar del Quijote es leer la primera novela. Y parar. Y cuando tengas curiosidad por seguir la historia, coger la segunda parte y no verla como una historia lineal respecto de la primera parte, sino de otra obra con otras intenciones.
Hola … qué interesante tu despliegue de cómo describes el contenido de esta gran obra literaria y sobre todo qué hay una versión actualizada para de esta manera nuevamente nace la inquietud de volver a leerla.
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Muchas gracias por el comentario, Jorge. Espero que disfrutes de la segunda lectura!
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